miércoles, 4 de mayo de 2016

Recuerdo 4 - Al trasluz

—¡Ya estoy en casa!

—Sí que llegas tarde hoy —respondió su hermana—, ¿te quedaste frita en la playa o qué?

Anahi, con su melena corta y de color castaño y sus ojos marrones, realmente no tenía nada que envidiar a Carina, su hermana mayor, de largos cabellos rubios y rizados, ojos verdes y algún que otro centímetro más de estatura.

—Bueno, más o menos... pero no te imaginas lo que me ha pasado hoy —dijo con un brillo en los ojos.

—A ver, cuenta.

Se sentaron en el sofá y Anahi le explicó cómo se encontró con aquella botella que al principio no pudo alcanzar, el sueño y sus consecuencias.

—Para ser una coincidencia, sería una extraña coincidencia —admitió su hermana, ciertamente sorprendida.

—Y entonces Bambi me enseñó esto —terminó la menor, mostrándole la nota naranja, en la que Carina consiguió distinguir:

—No lo entiendo. ¿Quién escribiría unos números al revés en un papel?

—No, así no —replicó Anahi—. Tienes que mirar la parte de atrás.

—Si no se ve nada.

Carina tenía razón; sin embargo, tanto Anahi como Bambina estaban seguras de haber leído los números al derecho en la playa.

—Qué raro, no se veían así. Como eran varios no los recuerdo muy bien, la verdad, así que no sé si serán los mismos. Quizá viéndolos al derecho...

—Creo que tengo una ligera idea de por qué los pudisteis leer bien directamente —Carina le devolvió la nota, se incorporó y fue a buscar algo.

Anahi, tras observar un momento la nota de nuevo, intentó hacer memoria mientras su hermana volvía con un pequeño espejo redondo en la mano.

—Sí, esto fue lo que vimos —dijo Anahi mientras le mostraba la nota al espejo. Efectivamente, en él se leían los mismos números, no cabía duda.

—Me da que visteis los números directamente porque pusisteis el papel al trasluz —reflexionó Carina—. Hacía tiempo que no tenías un sueño de esos, ¿no? —recordó.

Lo cierto es que no era la primera vez que ocurría algo semejante. Años atrás, cuando ambas aún vivían con sus padres, Anahi tuvo alguna que otra experiencia similar. Una vez que tenía una prueba al día siguiente se quedó dormida leyendo los apuntes y pudo estudiarlos mejor en su sueño; en otra ocasión, perdió un documento importante que necesitaba entregar cuanto antes, y esa noche se vio a sí misma introduciéndolo entre un puñado de papeles para reciclar. Por suerte no los había tirado aún, por lo que lo pudo recuperar a tiempo. Pero siempre pensaba que eran simples coincidencias, y cuando se lo contaba a su hermana tampoco le daba mayor importancia.

—Ah, ¿aún te acuerdas?

—Bueno, me parecía curioso, ya que yo nunca he tenido esa ventaja para estudiar exámenes...

Ambas rieron. Luego se quedaron pensativas un momento, hasta que Anahi rompió el silencio:

—¿Y qué crees que puede significar esto? Lo hemos estado discutiendo Bambi y yo antes pero no hemos llegado a nada. Bueno, sí, a que se ha acabado cansando del tema y se ha ido un poco enfurruñada. Aún piensa que puede ser una broma —añadió un poco apenada.

—Ays, qué chica. No tengo ni idea, pero se me ocurre a quién podemos acudir. En cualquier caso, ahora es un poco tarde, así que mejor lo vemos mañana.

Anahi se quedó con la curiosidad de saber a quién se referiría su hermana, pero no preguntó más porque notó un tono extraño y algo cortante en su voz. Al día siguiente lo descubriría.

Odenn ya se había manifestado hacía un rato y Ariat lo estaba haciendo ahora. A pesar de la tardía siesta en la playa y de la emoción por descubrir algo más sobre la misteriosa botella y su contenido, la hermana menor no tardó demasiado en dormirse. Las dudas de Carina, en cambio, no cesaban. Había hablado demasiado rápido, ya que en realidad no estaba segura de querer volver a tener contacto con la persona a la que había mencionado antes. «Quizá podría decirle que fuese sola, o con Bambi...», se le ocurrió. «No, no puedo hacer eso. Tengo que ir yo». Antes de tomar una decisión definitiva, se durmió.

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